Gracias a la invitación de Narciso y Manolo de La Tahona Delicatessen, tuve la suerte de asisir a una demostración de cómo un vino puede se uno y trino a la vez dependiendo del tipo de copa en la que se sirva. La muestra la realizaba Joan Gané, si no recuerdo mal, de Euroselecció (distribuidor de Riedel a nievel nacional) y la cosa tuvo su aquel.
Teníamos sobre el mantel 6 tipos de copas:
Teníamos sobre el mantel 6 tipos de copas:






1.- Chardonnay colección Restaurant
2.- Viognier colección Restaurant
3.- Cabernet S. colección Restaurant
Una copa definida como Jocker (Princesa)
Singel Malt Whisky colección Vinum
y una copa Nebbilo colección O-Riedel
Y la presentación fue así:
Probamos un Louro do
Bolo de Bodegas Rafael Palacios, 100% Godello, D.O. Valdeorras y con 13,5% en las copas con los números 1 y 2 en las que el vino lo encontrábamos -la gran mayoría- mejor en nariz en la primera que en la segunda copa, pero en boca la amplitud de matices y la elegancia aparecía más marcada en la copa nº 1.
En la Jocker ni olía ni sabía, y de todos es bien sabido que es una de las copas más utilizadas en la hostelería nacional. El vino podía haber pasado por un Don Simón sin más.
En la Jocker ni olía ni sabía, y de todos es bien sabido que es una de las copas más utilizadas en la hostelería nacional. El vino podía haber pasado por un Don Simón sin más.

En la Princesa, ni estaba ni se le esperaba al vino.
Pero quizás lo más llamativo, al menos para mí, llegó a la hora de probar un whisky de malta -lamentablemente no me acuerdo del nombre- en las dos últimas copas con un resultado sorprendente. Si tomamos el whisky en la copa, vamos a llamar "cardhú" los alcoholes molestaban en nariz haciendo la degustación molesta, pero al tomar el whisky en la copa Singel Malt de Riedel no sólo se apreciaban mucho más los matices sino que ese molesto alcohol no existía debido al diseño propio de la copa.